Hermenéutica ©

Mi vida tiene un antes, un después y un ahora que procura parecerse al antes, pero cualitativamente diferenciado por el paso de aquel después... Es, como todo, un proceso cognitivo que, en tanto tal, consiste, ni más ni menos, que en montarse en la espiral mediante la que se construye el conocimiento o, si se prefiere (y simplemente porque la palabreja existe), en hermenéutica.
Curiosamente, en sentido estricto, no es posible conocer lo desconocido, pues sólo somos capaces de preguntarnos sobre aquello en torno a lo cual tenemos una idea previa. Para complicar las cosas, luego habrá que extrañarnos (en todos los sentidos posibles del concepto) ante el objeto de nuestras indagaciones; es, pues, necesario hacerlo "un otro" que antes no había y ponerlo "en cuestión".
Hechas las averiguaciones correspondientes, incorporaremos a nuestro saber ese conocido-desconocido que hemos vuelto a conocer... un día, más por necesidad que por necios, dejará de parecernos lógico y familiar lo que sabemos y ¡ahí vamos de nuevo!
Esto es así con todo lo que aprendemos, desde ¿a qué sabe una manzana? hasta la posibilidad de habitar la luna (que no "en la luna"). Pero, sobre todo, esto es así para la identidad (la nuestra) que, dicho sea de paso, puede existir (y de hecho lo hace) únicamente frente a esas "alteridades" (otra palabreja rimbombante, pero útil).
¿A qué viene todo este rollito supuestamente trascendental? Bueno, a que decía que mi vida tiene un antes y un después, así como un ahora tan revuelto y confuso que (si se fijan lo notarán) el después le antecede.... Es justamente la comprensión de ese ahora lo que ahora (sí, así, redundante) intento hallar y, en efecto, (otra vez redundante) lo busco (y me busco) en el antes anterior (válgame) y en el después que le siguió.... Me interpreto....

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