Los inquilinos ©


Entro justo detrás de ellos. Él chileno, ella "americana", me dice él. Vaya, pienso, una pareja más hecha de pura globalización. Les gustan las lámparas. Mis lámparas pienso yo. Caminan de prisa por la habitación. Yo me acerco con cautela, los fantasmas me miran, preguntan desconcertados "¿te cae que no vuelves? No, digo yo, ya lo sabían. Buena elección la de los muebles. Mis muebles, pienso yo. Regresan a la sala, se acercan al ventanal. Yo veo mi silueta dibujada en el pedazo de alfombra lleno de sol. Mi gato y yo, tumbados cuan largos éramos en ese rincón. Me encantan los sillones, dice él. Mis sillones, pienso yo. Hay uno, el de la derecha, en el que me encuentro con las piernas cruzadas y el periódico sobre ellas: lee en voz alta, pedía Roberto, mi huésped consentido. Pasan a otro cuarto. ¿Es el de visitas? Pues lo era, contesto. Ahora será lo que ustedes decidan. Cuarto de televisión, dice ella. Linda voz, pienso yo. ¿Y allá? Queda bien un estudio ¿no? Pues sí, quedaba bien, pienso yo. Podemos poner el escritorio. Mi escritorio, pienso yo. Este departamento tiene buena vibra, dice sonriente el de acento chileno. Claro, le digo, no podría ser de otra manera si yo vivía aquí. Reímos un poco de manera forzada los tres. Mal chiste, pienso yo, y sí, tiene buena vibra... e historias, muchas, más de las merecidas.La pared está muy linda. ¿La pintaste tú? Sí, la pinté yo. ¿Alguna técnica en especial? Esponja de mar y cuatro tonos de verde, pintura diluída, le recito la receta sin mayor interés. Lágrimas y una madrugada infame también, pienso yo. Se queda, determina él en un segundo, dejas el cuadro ¿verdad? Sí, lo dejo. Mi cuadro, pienso yo. Ella habla por segunda vez. Mi amor, podemos poner otra cama en el cuarto de visitas para cuando venga más gente. Linda voz, vuelvo a pensar yo. No, contesta él, tajante y sin voltear a verla. Ella queda en silencio. Mi antiguo silencio, pienso yo. Cerramos el trato. Jalo la puerta tras de mí. Alcanzo a escuchar que me dicen ¿te cae que no vuelves? No, ya lo sabían, contesto. Vendré a ayudarla cuando quiera pintar paredes, pienso yo. Fotografía: Tania Campos Thomas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buscando cosas sobre los mayas en el periodo colonial me encontré con un artículo tuyo sobre el agua. Qué bien! Me dio curiosidad por ver si había más cosas escritas por ti sobre este asunto. Y mira lo que encontré! No soy muy lector de blogs, aunque tuve uno, pero me parecen excelentes las cosas que escribes. "No sé por qué no estudié literatura", te preguntas por ahí. Para qué si sabes escribir tan bien? Tu casa es la escritura y esa es la mejor casa: se lleva en un puño a todas partes.


Te mando un abrazo con acento chileno.
(PD: nunca pensé que había sido tan displicente!!!, pero, en fin...)

El ex inquilino Francisco

Tania Campos Thomas dijo...

¡Nunca lo fuiste, querido! Es ficción, como casi toda mi literatura. Me inspiré en mi antigüo departamento y el día que se los mostramos, pero de ninguna manera sucedieron así las cosas; ustedes fueron muy buenos inquilinos y, por lo que sé, una pareja muy linda. Gracias por leerme y muchos saludos para ustedes. :)