Como alma que escapa al diablo ©

"¿Y si nos repartimos la ciudad?", pienso mientras espero en el alto frente a la virgen de piedra. Hasta ayer, había logrado no frenar en ese cruce, pero hoy mi alma la llevaba el diablo, lento, como en todos los infiernos. Deberíamos repartirnos la vida, creo, de cualquier forma lo de la ciudad no sirve: yo siempre he andado sin rumbo; cuando se va así, no es raro que termines dando vueltas justo en la glorieta que no querías volver a visitar. Del ángel para allá es tuyo, de ángel para acá también; soy yo la que no encuentra lugar, la que no sabe de victorias aladas, ni de reformas, ni de revoluciones con el corazón dispuesto.

En los últimos años, las fechas se pierden entre cajas; para ser honesta, las dejaría en cualquier esquina. Me da igual, las pérdidas nunca suman: multiplican, dividen. Pienso que el diablo cargó con todo, no debí dejar a Fausto junto a la cama, los pactos en los que se negocia el alma, ya lo sabemos, desalman; mira que arrastrar el alma de un lado a otro no es sencillo, hay que embalarla, volver a escuchar el sonido de la cinta canela, solita y caminando no va a ningún sitio. Es fácil recoger lo que dejan otros cuando no nos importa seguir guardando esqueletos en el armario.

Quizá es mejor eliminar de la existencia a las personas, perdonarles la muerte para que sepan que vivas valen menos que los cadáveres con los que comemos a diario porque todos los días nos servimos de ellos en platos fríos. Así las cosas, habrá que agradecer no ser dignos seres para habitar el mundo de los perdones, no haber pasado las pruebas, no dar el ancho, mucho menos el largo, no formar parte de la próxima reunión anarquista:. Café, ¿para cuántos?, sólo para los que comprendemos el mundo de los revolucionarios; té de tila para la niña que ha perdido la fe, que se volvió descreída, que no sabe que haremos un cambio, así, a fuerza de mirarnos a los ojos desde las heridas que nos hemos causado, porque las mantenemos abiertas, la cosa es ver sangre.

Habrá que repartirnos el tiempo: la mitad del futuro cada uno porque no nos queda otra, el pasado entero para ti, el presente también. El rumbo es algo que sólo se ve cuando está el alto, yo conduzco rápido ahora, paso de largo cada que puedo para que deje de llevarme el diablo, me importa un bledo si la virgen de piedra mira al sur, al norte o a los lados; ya no miro nada, las heridas que me he hecho no dibujan mapas, están unas sobre otras, son palabras, inexactas, imperfectas, no pasan las pruebas, se diluyen, quizá se quedan, ahí donde el crimen no se consumó porque me perdonaron la muerte, junto al té de tila que no sirvió para mantener la calma y un texto sin leer que lo decía todo.





1 comentarios:

Anónimo dijo...

En este no hay manita con el pulgar para arriba, pero de cualquier forma me gusta