Esperanza ©

La esperanza tiene el centro de madera, sangra lento, se deseca sin prisa; húmedo, el rastro cristaliza de afuera hacia adentro, es cicatriz que duele al tacto, atrapa a su paso el recuerdo, lo mantiene vivo, prolonga su fin, resguarda, atesora el sufrimiento.

La esperanza no es verde, ni blanca, ni roja, ni amarilla: tiene el color del anhelo, depende del cristal con que se fundió la mañana incierta en que nos cruzamos con el deseo. Lo habíamos olvidado: el camino era llano, recto, nada indicaba el cambio de rumbo.

Nos encontramos a la vuelta del cementerio, ahí, donde dejamos el retrato de la última vez que sonreímos sabiéndonos solos. No quisimos volver a caminar entre tumbas, por eso corrimos hacia la salida, entre muros, deshojando los árboles a nuestro paso. 

Apareció la esperanza, nos clava las astillas en los dedos cada vez que la tocamos, pule su piel con el dolor; no la echamos de casa, mejor pintamos de blanco sus costados, así volverá a ser húmeda, en su interior el recuerdo tendrá espamos, creeremos entonces que es lo último que muere, a pesar de que antes de que naciera la habíamos matado.

Fractal "Pesadilla": JC Guarneros.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tres touchant Hechicera! Tocas el corazón con tus palabras.

Anónimo dijo...

"La esperanza tiene el centro de madera..." Entre los mayas peninsulares, algunos aseguran que un hombre anciano sigue siendo joven, dependiendo de la fuerza de su corazón que, según suponen, es fuerte mientras más crece, como el corazón del tronco de un árbol.
Yo, Ojo de venado.

Larry Montenegro Baena dijo...

Me gustó mucho Tania!