Anfibia ©

Mi alma anfibia se agota en la superficie; es joven todavía, tiene branquias y con el exceso de sol su piel se reseca. Suelo asomar la cabeza, a veces saco las patas, incluso pueden llegarme a ver entera, pero mantengo las raices sumergidas, no olvido que el mundo de adentro me alimenta.

De las sombras prefiero los claros, aunque soy cueva. Mi interior no está en penumbras: letras que son luciérnaga aluzan las sus paredes; en ellas cultivo corales, peino helechos de agua, pulo cristales como estrellas. Escribo, pues; sí, lo hago para que me lean. No me gustan los silencios que no son sabios, que no provienen de almas viejas, pero detesto aún más las palabras huecas, las que no dicen nada de quien las pronuncia y, sin embargo, porque son arteras, terminan explicando todo de sus bocas dueñas.

1 comentarios:

Antonio Valle dijo...

Axólotl, magnífico avatar de Quetzalcóatl