Recuento ©

Sé lo que es perder el sombrero y la compostura en una calle que desemboca en el comienzo del fin del mundo.

Sé sostenerme en la quilla de una embarcación llorando, tirarme al agua y regresar a la superficie como un témpano: girando.

Sé arrullarme despierta mirando a través de la ventana de un tren el río más bonito de la galaxia entera, y sé robarle al universo recién nacido una de sus estrellas.

Sé dejar mi destino escrito en las vetas de oro de un cuarzo rutilado, sé también imprimir esos caminos de oro en las palmas de mis manos.

Sé de flores que resucitan y también de las que mueren, ambas a mi cuidado.

Sé que soy y nada sé porque estoy siendo.


Tengo un para de heridas que se abren cada tanto; sé curarlas y reabrirlas, sangrarlas.

Tengo un sol en la pantorilla derecha y la ausencia izquierda de la luna nueva en un trozo de piel a la espera de algo que ni llega ni demando.

Tengo un daño a resguardo bajo la costilla; da pocos problemas pero los da de vez en cuando.

Tengo más de seis sentidos; después del séptimo dos me atormentan.

Tengo las mañanas a medio camino y las noches casi siempre en vela.

Tengo miedos que son pequeñitos, superables pero persistentes.

Tengo los sueños cada vez más vencidos pero mi esperanza es siempre fuerte.

Tengo poco y nada. A eso me atengo.


Busco en el cajón de los milagros la patente del último que me he contado.

Busco sostener entre los pies las runas del desencanto para que no trepen más allá de la alfombra.

Busco el encuentro inesperado en el centro de mi ombligo, en su envés de remolino, en el pliegue soterrado.

Busco los minutos que se han ido, los recuerdos enterrados, las cenizas que he perdido.

Busco dejar de estar buscando.


Quiero un ópalo cetrino que no existe en el planeta.

Quiero devenir en algo acuático, ser nenúfar sin pantano.

Quiero soñarme entera, con los fragmentos recuperados.

Quiero mostrar de mí la sombra colorida, y no la negra.

Quiero ser luz naranja a la mitad de un cielo azul cobalto.

Quiero para ti la más feliz estancia a mi lado.

Quiero para mí una manzana y  dos cascabeles.

Quiero ser un gato.

Amo mi vida incluso cuando duele; duele cada tanto.

Amo lo que hay: lo que se fue dejé de amarlo.

Amo el silencio cuando soy yo la que no tiene más palabras.

Amo el agua en todos sus estados; mi estado es líquido.

Amo tu risa, el encanto con el que naciste bendecido.


Detesto no entender los silencios que no son míos.

Detesto las palabras imprecisas, pero más detesto ser yo la que aquilata mal cada letra.

Detesto la orfandad temprana de su muerte. Detesto ser yo la huérfana.

Pierdo las mañanas casi todos los días; en las noches soy yo la que me pierdo.

Pierdo el eje sobre el que debería rotar y entonces descubro que no soy planeta.

Pierdo la calma por mirar el mar y la cabeza cuando no hay marea.

Pierdo el sentido pero no la fe, aunque perdidos hace rato están los santos.

Pierdo certezas y me vuelvo un lío; pierdo la hebra cuando soy madeja.

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