Cosas (con) que contar ©

Liminal... así fue aquel lugar... "El Barrio"... el famoso Barrio que me pelea la mayúscula inicial cada que lo pienso y que, a pesar de mis esfuerzos por olvidarle pronto, ya me arranca un segundo escrito...El Barrio no fue un sitio propiamente, lo hice espacio, más de tiempo que de geografía... Liminal es la palabra justa: resguardo de lo que, por impreciso, contamina... rito de paso mediante el cual lo que se es va dejando de ser antes de seguir siendo... de algún modo, basurero emocional al que se abandona en el cruce exacto que nunca más ha de recorrerse... La despedida tuvo cajas y sonrisas casi involuntarias: era un alivio irse, más que por el sitio, por el espacio... esos siete meses de deliberado vacío, de preguntas a las que no se les buscaba respuesta, porque de encontrarles un sentido, el mismo restaría fuerza a las ganas de irse, de vivir, de seguir como ahora (por fin) sigo. Al final... en los últimos minutos... cuando parecía que ya nada quedaba por empacar, El Barrio me mostró la última de mis pertenencias. Un vecino iracundo, nombrado administrador, había tenido la ocurrencia de presentarse en mi puerta noches antes para amenazarme por un lío con la dueña del departamento, problema en el que yo, déjenme aclararlo, no tenía nada que ver. Aquella madrugada no supe qué hacer (ante un hombre alcoholizado es complicado decidir algo) y me mantuve tranquila cuando el fulano en cuestión me advirtió que el domingo no podría sacar mis cosas. Llegó el día de la mudanza y, por supuesto, el señor administrador se apostó en la puerta decidido a detenerme. La serenidad mostrada por mí antes, evidentemente alimentaba su determinación: estaba seguro de que una mujer, sobre todo una que no había reaccionado violentamente cuando lo ameritaba, sería fácil de amedrentar y someter... ¡Qué equivocado estaba!: El Barrio me había enseñado (y he ahí el descubrimiento que me quedaba pendiente) a defenderme como sólo ahí es posible... En cuanto lo ví, algo se despertó en mí. Aún no sé exactamente cómo definirlo, pero el resultado es que en menos de cinco minutos lo mandé a su casa sin chistar. He de decir que la sonrisa se volvió franca y voluntaria cuando crucé con paso firme con todo y cajas las puertas de ese espacio... Liminal... la última fase de reubicación en el mundo para mí tuvo como marco verbal las palabras menos esperadas: ¡misógino, a mí nadie me dice cuándo y cómo me voy! Lecciones del El Barrio y cosas con las que contar... Ya sé quién soy...

0 comentarios: